Se desempeñaba como recepcionista del hotel más "nice" del centro de Lima cuando lo conocí. Por azar del destino, se mudó y aterrizó en mi barrio; allí, nos hicimos estupendos amigos. Sus conversaciones develaban a un gran lector y, en perfil bajo, a un joven capaz de comunicarse con sencillez y naturalidad en varias lenguas. En su biblioteca, era común encontrar libros, revistas y diarios en alemán, inglés y francés.
Así, era Herbert; gracias él me acerqué a la obra de Solzhenitzyn por primera vez, felizmente, en español.
Hoy, que el Nobel descansa en paz, he recordado a este gran amigo de los buenos libros.
lunes, 4 de agosto de 2008
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1 comentario:
Hola Miss Vilma:
Me parece maravilloso que tenga amistades asi. . .digamos que Herbert fue para usted, lo que usted fue para mi...mi mayor inspiradora en muchas cosas, inclusive para la publicarión de mi blog...GRACIAS!
La quiero mucho Miss.
María
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