martes, 31 de julio de 2007

Chullo: Soy del Perú, señor

Desde que Macchu Picchu se convirtió en una de las nuevas siete maravillas del mundo moderno, las peruanas y peruanos nos sentimos distintos. Ya era tiempo. Algunos han afirmado que nuestra autoestima ha crecido tanto como las cifras macroeconómicas de las que hablan los especialistas. El Perú es el país más atractivo de América del Sur para las inversiones. ¡Qué bueno saberlo! ¡Bravo! Pero ¿cuándo llegarán esos resultados positivos para la mayoría? Ése es todavía un misterio por resolver, pero de lo que estoy segura es que el superávit de entusiasmo sí se ha incrementado, sobre todo, en estas Fiestas Patrias. Aunque, ahora sean pocos quienes te saluden el Feliz 28 con un abrazo de oso, esta inusitada denominación nos ha permitido rescatar y estimar aquellos detalles que nos rubrica como peruanos. Como decía mi madre, para muestra basta un botón.
Esperaba mi combi como casi todas las mañanas y de pronto apareció un “educado” cobrador que elevó su voz a lo Juan Diego Flores para anunciar: “Callao, Callao, china todo Faucett”. Me quedé observándolo como si fuese un ET. Algo llevaba sobre su cabeza. Era una prenda cónica y multicolor que cubría sus hirsutos cabellos: Sí, se trataba de un lindísimo chullo. No era la primera vez que lo veía (me refiero al chullo, por supuesto). Subí y me senté al costado de una señora que llevaba en sus brazos a un bebé que no tendría más de dos meses. Ella levantó la frazadita que lo cubría y noté que el pequeñín también lucía esta prenda. En mi trayecto, miré hacia fuera de la ventanilla y ¡oh! ¡Surprise! La señora datera (quien ofrece información esotérica a los choferes y cobradores) también exhibía un chullo que hacía juego con su colorida cabellera.
En la primera semana de julio, en mi Alma Mater, se realizó un coloquio sobre las Vanguardias entre Perú y México y… ¡Oh, maravilla!: apareció el chullo nuevamente. Esta vez en la cabeza del organizador del evento: un conocido catedrático sanmarquino. En estas tres últimas semanas invernales, el chullo se ha paseado por numerosas testas peruanas. ¿Qué nos está pasando? Acaso, ¿nos estamos peruanizando?
Que fueron los jóvenes turistas quienes lo utilizaron como signo irreverente es cierto y que su exportación sumó más de 370 mil dólares el año pasado también lo es, pero ¿cómo nació esta fascinación por el chullo? ¿Estuvo en nuestro inconsciente y luego despertó cual Bella durmiente? No lo sé. Pero lo que sí sé es que fue un modisto francés quien convirtió esta prenda indígena en la pieza más fashion de las pasarelas europeas hace más de cuatro años. Extranjero debió ser quien nos descubriera otra vez esta abrigadora maravilla.
Particularmente, me llama la atención la textura del tejido de aquéllos que están hechos de lana de alpaca y de oveja. Sus colores son fuertes y primorosamente decorados con las famosas flores de cantuta.
¿Dónde podemos encontrar los auténticos?
Pues, en Puno. Allí, existe cerca de treinta modelos de chullos provenientes de las comunidades indígenas, siendo los más populares los de Ccota, Taquile, San Antonio de Putina, Santiago de Pupuja, Amantaní y Huancané.
Otro datito: si eres mujer soltera y sin compromiso puedes conseguir uno en Santa Rosa de Yanaque, pues allí se confecciona un tipo de chullo exclusivo para quienes no han dado aún el sí.
Así que si quieres estar fashion en este invierno, no dudes en adquirir este gorro andino con orejeras.

martes, 3 de julio de 2007

Nosotras y la música















Educarse en una casa salesiana es crecer en un ambiente familiar lleno de espontánea alegría y continua música. Cuando escucho a las chicas de la banda de nuestra casa chalaca, me pregunto si esas magistrales notas son producto del constante ensayo o si proviene de un talento particular heredado de sus padres, abuelos o bisabuelos.

Los temas interpretados por las chicas van desde el repertorio de los años 70’s hasta las marineras norteñas que probablemente disfrutaron nuestros antepasados. Al escucharlas, inmediatamente, vienen a mi memoria los años maravillosos de mi niñez. Al estilo de la serie televisiva, hago un “flashback” y veo a mis padres, hermanos y hermana mayor cantando acompañados de sus mejores instrumentos musicales. Yo, por supuesto, también aparezco, pero al final: para ofrecer los mejores aplausos luego de cada pieza.
¿Será cierto que los temas musicales significativos permanecen intactos en nuestra memoria? ¿Y que el oído activa nuestros registros y regresamos al tiempo vivido? Cada una tiene su propia respuesta. Solamente, es cuestión de revisar nuestras experiencias. Estoy segura que más de una evocará un hecho muy especial.

¿Por qué la música actúa así ?
No podía ser de otro modo, los griegos también nos dejaron esa palabra. Música (del
griego: μουσική [τέχνη] - musiké [téjne] "el arte de las musas") es el arte de organizar sensible y lógicamente una combinación coherente de sonidos y silencios utilizando los principios fundamentales de la melodía, la armonía y el ritmo, mediante la intervención de complejos procesos psico-anímicos y, como toda manifestación artística, es un producto cultural.
El fin del arte musical es suscitar una experiencia
estética en el oyente, y expresar sentimientos, circunstancias, pensamientos o ideas. Por ello, es un estímulo que afecta el campo perceptual de quien la escucha, así, el flujo sonoro puede cumplir con variadas funciones (entretenimiento, comunicación, ambientación, etc.).
Por estas razones, muchos la han llamado el idioma universal y parece que están en lo cierto. En estos días, en que una celebrada telenovela coreana vuelve a transmitirse en el canal de todos los peruanos, escucho la canción que la identifica y digo: ¡Qué bello tema! aunque en ese idioma entienda absolutamente nada, pues como decía Don Bosco “la música se escucha con el corazón”.