
Esperaba mi combi como casi todas las mañanas y de pronto apareció un “educado” cobrador que elevó su voz a lo Juan Diego Flores para anunciar: “Callao, Callao, china todo Faucett”. Me quedé observándolo como si fuese un ET. Algo llevaba sobre su cabeza. Era una prenda cónica y multicolor que cubría sus hirsutos cabellos: Sí, se trataba de un lindísimo chullo. No era la primera vez que lo veía (me refiero al chullo, por supuesto). Subí y me senté al costado de una señora que llevaba en sus brazos a un bebé que no tendría más de dos meses. Ella levantó la frazadita que lo cubría y noté que el pequeñín también lucía esta prenda. En mi trayecto, miré hacia fuera de la ventanilla y ¡oh! ¡Surprise! La señora datera (quien ofrece información esotérica a los choferes y cobradores) también exhibía un chullo que hacía juego con su colorida cabellera.
En la primera semana de julio, en mi Alma Mater, se realizó un coloquio sobre las Vanguardias entre Perú y México y… ¡Oh, maravilla!: apareció el chullo nuevamente. Esta vez en la cabeza del organizador del evento: un conocido catedrático sanmarquino. En estas tres últimas semanas invernales, el chullo se ha paseado por numerosas testas peruanas. ¿Qué nos está pasando? Acaso, ¿nos estamos peruanizando?
Que fueron los jóvenes turistas quienes lo utilizaron como signo irreverente es cierto y que su exportación sumó más de 370 mil dólares el año pasado también lo es, pero ¿cómo nació esta fascinación por el chullo? ¿Estuvo en nuestro inconsciente y luego despertó cual Bella durmiente? No lo sé. Pero lo que sí sé es que fue un modisto francés quien convirtió esta prenda indígena en la pieza más fashion de las pasarelas europeas hace más de cuatro años. Extranjero debió ser quien nos descubriera otra vez esta abrigadora maravilla.
Particularmente, me llama la atención la textura del tejido de aquéllos que están hechos de lana de alpaca y de oveja. Sus colores son fuertes y primorosamente decorados con las famosas flores de cantuta.
¿Dónde podemos encontrar los auténticos?
Pues, en Puno. Allí, existe cerca de treinta modelos de chullos provenientes de las comunidades indígenas, siendo los más populares los de Ccota, Taquile, San Antonio de Putina, Santiago de Pupuja, Amantaní y Huancané.
Otro datito: si eres mujer soltera y sin compromiso puedes conseguir uno en Santa Rosa de Yanaque, pues allí se confecciona un tipo de chullo exclusivo para quienes no han dado aún el sí.
Así que si quieres estar fashion en este invierno, no dudes en adquirir este gorro andino con orejeras.